Mi nombre es Ruth, soy una adolescente con demasiado tiempo libre. Me encanta reír, dibujar, escribir, leer... y sobre todo vivir. Dicen que soy de pocas palabras, aunque yo diría que más bien será el corte que me da. O quizá sea que me abstraigo con facilidad en mis pensamientos. Puedo decir mucho con solo una mirada, un gesto o simplemente permaneciendo en silencio. De hecho, podría pasar horas y horas conmigo misma, dándole vueltas a la cabeza y conociéndome cada vez mejor. Considero que sé escuchar a los demás y espero que los demás vean lo mismo en mí, una persona atenta dispuesta a escucharte, a estar allí cuando más lo necesites. Como cualquier otro individuo comento errores, río cuando puedo, lloro cuando lo necesito y chillo cuando me cabrean. Intento hacer vibrar a los demás pero siempre a mi manera. No a todos les gusta que sea así pero qué le vamos a hacer si a mi me encanta. No me considero creída, pienso que en este mundo hay de todo y yo soy una más, pero para quererte a ti misma tienes que empezar por aceptar tus defectos. Yo, por ejemplo, admito que soy bastante cabezota y también algo egocéntrica pero sé detenerme, a la hora de la verdad siempre están los demás por delante. Vamos, que como habréis imaginado tan solo soy otra rareza más de este mundo ;)

lunes, 15 de abril de 2013

Hoy escribo una entrada que no me gustaría escribir.


Como el primer amor, como una noche de locura, como el mayor regalo recibido, como el juguete que te regalaron cuando querías. Así es la droga, no sabes cómo llega a ti pero lo hace. Todo es perfecto en ese estado y se empieza como un juego, como un  juego de niños. Y en realidad no es así sino todo lo contrario. Pero no hacemos caso. Y seguimos. ¿Pero qué más da? Si mientras lo pasemos bien. “Yo no estoy enganchado”, qué típico escuchar esto ¿no? En realidad, puedes llamarlo como quieras pero estás atado a ello y no te deja vivir. Puede contigo. ¿Os dais cuenta de la mierda que os estáis metiendo? ¿De la jodida porquería en la que habéis entrado?
Las drogas joden familias enteras. Hijos que esperan que sus padres lleguen, padres que esperan que sus hijos lleguen. Y llegan con una actitud que cada vez es peor, que los va destrozando. Y con el tiempo no sabes si van a llegar o no, ni tampoco sabes si quieres que lleguen o quieres descansar por fin.
Seguid jugando.