En esta historia estaban ya los
papeles repartidos, la chica atractiva y el malo de la sonrisa encantadora. Sin
embargo, a esta película le seguía faltando el superhéroe. Fue entonces cuando
llegaste tú y me miraste con el descaro de quien no tiene nada que perder. Y me
salvaste. Lo hiciste de tal modo que a día de hoy siguen bailando las
cosquillas que me provocaste. Era sobrenatural la forma con la que me
desnudabas el alma, destapabas mis sonrisas y me perforabas el orgullo. Tú, por
el contrario, parecías tan invencible que hacías que me hiciese fuerte junto a
ti. Sigo temblando al recordar que cuando tú abrías los brazos, a mí se me
cerraban las dudas.
Páginas
Mi nombre es Ruth, soy una adolescente con demasiado tiempo libre. Me encanta reír, dibujar, escribir, leer... y sobre todo vivir. Dicen que soy de pocas palabras, aunque yo diría que más bien será el corte que me da. O quizá sea que me abstraigo con facilidad en mis pensamientos. Puedo decir mucho con solo una mirada, un gesto o simplemente permaneciendo en silencio. De hecho, podría pasar horas y horas conmigo misma, dándole vueltas a la cabeza y conociéndome cada vez mejor. Considero que sé escuchar a los demás y espero que los demás vean lo mismo en mí, una persona atenta dispuesta a escucharte, a estar allí cuando más lo necesites. Como cualquier otro individuo comento errores, río cuando puedo, lloro cuando lo necesito y chillo cuando me cabrean. Intento hacer vibrar a los demás pero siempre a mi manera. No a todos les gusta que sea así pero qué le vamos a hacer si a mi me encanta. No me considero creída, pienso que en este mundo hay de todo y yo soy una más, pero para quererte a ti misma tienes que empezar por aceptar tus defectos. Yo, por ejemplo, admito que soy bastante cabezota y también algo egocéntrica pero sé detenerme, a la hora de la verdad siempre están los demás por delante. Vamos, que como habréis imaginado tan solo soy otra rareza más de este mundo ;)
miércoles, 28 de mayo de 2014
jueves, 15 de mayo de 2014
8.
La primera flor puesta en el ramo.
La alegría dueña de un cuerpo y la sonrisa de quien va a darlo todo por su
familia. Así fuiste y así te recordamos en un día como este en el que, te hemos
recordado más que nunca. Eres ese vacío que queda a una persona cuando siente
tu ausencia. Eres el dolor de quienes hemos compartido la vida contigo. Eres la
negación de lo incomprensible. Inadmisible para todos los corazones en los que
has dejado una grieta con tu partida. Eres las palabras que se han quedado sin
decir y la facilidad con la que se despliegan las lágrimas al citarte. ¿Cómo es
posible estar presente y a la vez ser echada en falta de esta manera? Lo único
que aplaca este daño es saber que estáis descansando juntos y que, seguramente,
cuides de nosotros de la misma forma que lo has hecho en todos estos años. Y
que, estoy segura, estás sonriéndonos desde allí.
martes, 13 de mayo de 2014
Algunas historias deberían traer el paracaídas incluido.
Que no sé realmente si el
universo es totalidad o nos limitamos a la marca que se te forma a ambos lados
de la cadera. Señal de unos huesos dueños del camino de tu espalda que yo
juraría que me decían “oye, bésame”. Y de buena gana lo hacía, créeme. Hablan
de cuerpos celestes, de lo bonitas que son las estrellas y la luna y ni
siquiera han sentido lo que es tocarte. ¿Cómo pueden hablar de lo bonita que es
la vida sin haber sobrevivido a una caída a 200 metros? O 300, los que quieras.
He resistido a tu forma de romperme y a hablar de la gloria en la que te has
convertido. Y ahora, yo sí puedo hablar de lo bonito que es vivir, aunque no
sea en tus piernas.
viernes, 9 de mayo de 2014
Vuelve antes de que mi vida empiece a anochecer.
Qué mal me sienta saber que no
soy yo a la que le das las buenas noches. Qué poco duermo desde que tampoco soy
a quien le das los buenos días. Qué triste es saber que un día inesperado
decidiste llamar princesa a otra que seguramente te llame rey, pero no lo
sienta. Y yo, mientras, me consumo esperando a que mañana, pasado, la semana
que viene o dentro de dos meses vas a volver a caminar pegado a mi espalda
mientras me dices que puede acabarse el mundo justo en ese instante porque
estamos juntos. Me consuelo pensando que como tantas otras veces eso va a ser
así, pero hace tiempo que sé que tu cama sigue deshecha por tantas a las que no
has conseguido desnudar mientras las miras como me mirabas a mí. Y, joder, cómo
duele pensar que tú, el mismo que llenó cada hueco de soledad que había en mí,
que me hizo cosquillas en el corazón y me coordina la vida con esa forma de ser
tan distinta a la mía que hace que nos compensemos y seamos uno, tú, hoy no estés
arrancándome ni la ropa ni una triste sonrisa. Tú haces que lo nuestro sea una
sincronía entre corazón y razón. Pero del mismo modo que entraste en mi vida,
hoy, tratas de salir: precipitada y atropelladamente.
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