Mi nombre es Ruth, soy una adolescente con demasiado tiempo libre. Me encanta reír, dibujar, escribir, leer... y sobre todo vivir. Dicen que soy de pocas palabras, aunque yo diría que más bien será el corte que me da. O quizá sea que me abstraigo con facilidad en mis pensamientos. Puedo decir mucho con solo una mirada, un gesto o simplemente permaneciendo en silencio. De hecho, podría pasar horas y horas conmigo misma, dándole vueltas a la cabeza y conociéndome cada vez mejor. Considero que sé escuchar a los demás y espero que los demás vean lo mismo en mí, una persona atenta dispuesta a escucharte, a estar allí cuando más lo necesites. Como cualquier otro individuo comento errores, río cuando puedo, lloro cuando lo necesito y chillo cuando me cabrean. Intento hacer vibrar a los demás pero siempre a mi manera. No a todos les gusta que sea así pero qué le vamos a hacer si a mi me encanta. No me considero creída, pienso que en este mundo hay de todo y yo soy una más, pero para quererte a ti misma tienes que empezar por aceptar tus defectos. Yo, por ejemplo, admito que soy bastante cabezota y también algo egocéntrica pero sé detenerme, a la hora de la verdad siempre están los demás por delante. Vamos, que como habréis imaginado tan solo soy otra rareza más de este mundo ;)

sábado, 30 de marzo de 2013

Tiempo y ganas. Y sin embargo, algo falta.

A veces cuando no sabes sobre qué escribir sientes una gran frustración pero no por no poder adornar tu blog con una entrada más que quizá no vaya a leer nadie sino por no poder expresar lo que sientes. Y es que hay cosas que son más difíciles, inexplicables quizá. O será que existe algo que no permite que encuentres la manera.

sábado, 23 de marzo de 2013

Me incluyo en esta actitud. Y ni siquiera la comparto.

¿Qué importa lo que signifique algo para una determinada persona? ¿Cuánto valor realmente tiene esa persona en nuestras vidas si menospreciamos algo que dicha persona estima? ¿Qué nos hace pensar que la opinión de los demás no es la correcta y sí lo es la nuestra? 
Los seres humanos somos una especie de organismos incompletos creados erróneamente dado que por circunstancias que desconozco somos incapaces de situarnos en la vida de los demás, regalar un minuto a conocerlos y saber qué pasa por su cabeza en esos precisos instantes y cómo se sienten verdaderamente. Eso sí, somos expertos en juzgar a esos quienes nos rodean. Y lo peor de todo es que la mayoría de las veces ni siquiera exponemos los argumentos necesarios.
Para mí, esto no es más que un sinónimo del profundo egoísmo que se percibe en esta nuestra sociedad y que se traduce en esta absurda actitud recíproca. 
¿Por qué no somos capaces de limitarnos a VIVIR nuestras vidas? ¿Por qué dedicamos nuestro tiempo a emitir juicios sobre los demás? ¿Estamos en su piel? ¿Hemos pasado por lo mismo? ¿Nos sirve de algo? ¿Por qué señalamos? ¿Qué derecho nos atribuimos para calificar lo que está bien y lo que está mal? ¿Nos hemos mirado nosotros a un espejo? ¿Nos hemos parado a reflexionar sobre nuestros errores? Lo dudo.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Cuando estés mal, no lo pienses. Cuando estés bien, vive.


Y te das cuenta de que nada ni nadie es como pensabas que iba a ser. Que todo era color rosa e incluso multicolor y sin embargo ahora se ha oscurecido hasta convertirse en el negro más profundo. Que es el momento de dejar todo atrás, de acabar con esa cuerda que te ata, de esos barrotes que te encierran. Es justo el instante decisivo y estás entre dos cauces. Dos caminos muy diferentes. Todo y nada. Nadie lo entiende. Pero yo sí. Yo me comprendo, a veces. Y veo que es ahora, o tal vez nunca. Sin embargo, me sigue atemorizando la idea. Y entonces, me aferro a la idea de que las cosas vuelven a su lugar y reflexiono. Lo veo claro. Yo no puedo fallarme también. Que sea el tiempo el que decida que yo ya me he cansado de pensar.