Sentada en una mecedora miraba las
viejas fotos guardadas en una caja de madera. Estaban envejecidas y un poco
estropeadas. El tiempo había pasado tanto por las fotos como por quien las
veía. En ella se guardaban recuerdos congelados por una Royer francesa de la
cual no recordaba el año. Solo recordaba lo bonita que era. Negra como el
azabache, a relucir.
Aparecían diferentes personas,
unas que marcaron una gran huella y otras que estaban de paso. Algún familiar,
esos amigos que conoció aquel verano y amigos que aún conservaba, aquel viejo
amor, aquella amiga que no ha vuelto a ver… Había tanta gente en aquellas
fotografías que era imposible recordarlos a todos. Al igual que los lugares que
aparecían. Qué bonita fue aquella ciudad donde tan buenos momentos pasó. Y también aquellas vacaciones. Qué poco le
había gustado aquel pueblo al que decidió no volver a ir. Recuerdos. No eran
más que instantes congelados en el tiempo. A simple vista podía parecer una
idiota sonriendo al rememorar esos tiempos. Le gustaba sacar su caja de madera
de vez en cuando. Le hacía falta huir al pasado para seguir viviendo. Recordar
y sonreír. Así funcionaba su vida. Y también la mía.
Vaya manera de viajar por los recuerdos...creo que tu forma de expresarte le da muchas facilidades a la imaginación, para poner la imagen de lo que estas hablando en la cabeza..
ResponderEliminarenhorabuena
Me alegro de que sea así, como cualquier bloguer@ trato de haceros disfrutar con mis textos :)
EliminarMuchísimas gracias!! Saludos